Si
Maquiavelo tiene conexión Wi-Fi en su tumba, ha recibido un curso de Internet para los desocupados por una eternidad, y llega a leer el título de esta entrada en el caso de que los gusanos le hayan respetado sus ojos, no sé si le estarán chirriando los pocos dientes que le queden o me aplaudirá esparciendo sus falanges a diestro y siniestro. Lo que pasa es que no voy a hablar de un tema tan desapasionante y retorcido como la política y la diplomacia, sino de mis dos carreras de este fin de semana por el medio... ambiente.

De mis años de acampadas los fines de semana y de campamentos de verano, guardo además de muy buenos recuerdos y grandes amistades, mi afición, respeto y concienciación por la naturaleza. El trabajo, las obligaciones diarias y la agenda social dejan pocos huecos libres, los cuales son ocupados mayoritariamente por el descanso y el deporte, y cada vez es más difícil encontrar una ocasión propicia para disfrutar de perder la vista en el horizonte, respirar aire puro y oler "a campo", oir sólo la brisa y el canto de los pájaros... Así que para quitarme el "mono", ¿qué mejor que fundir dos aficiones en una?


Este fin de semana coincidían dos pruebas que con esas características, el sábado la
Media Maratón por la Vía Verde de la Sierra, desde
Olvera a
Coripe, y el domingo una popular de 9 Km. por el Parque de
Los Toruños. En lugar de elegir entre una de las dos, decidí hacer ambas, siendo el objetivo principal disfrutar de correr por unas zonas tan bonitas y relajantes, sin meterme presión en cuanto a las marcas a realizar, sino tomándomelas más bien como unos buenos entrenos para el objetivo de los
30 Km. por Doñana en Septiembre: correr distancias largas con calor, medir mi velocidad de crucero para los entrenamientos, recuperar bien después de la media, probar otros terrenos...

Así que el sábado tocó madrugón a las 6, a las 7 en coche para Coripe (el GPS sin actualizar me hizo alargar el paseo), y a las 8:30 en autobús hacia Olvera. Por el camino, además de contemplar el paisaje, reconocí una silueta muy especial: la de
Zahara de la Sierra, la sede del
Titán, la Meca del triatlón andaluz. Este año mi intención es asistir como espectador, para participar en él tendré que esperar a que me vea lo suficientemente preparado. El autobús nos dejó en Olvera, tras ello un breve paseo cuesta abajo para llegar a la antigua estación de una vía que nunca se llegó a poner en funcionamiento: los políticos actuales, para sus grandes ocurrencias de hacer aeropuertos sin sentido y AVEs a troche y moche tienen una buena fuente de inspiración en sus antecesores. En la espera hasta la salida (que se retrasó media hora para que llegaran los últimos autobuses), además de aguantar un buen chaparrón haciendo cola en el servicio, me encontré con
Antonio de Jerez, que iba acompañado de su hermano y de varios amigos corredores de su club, con lo cual tuvimos tiempo para charlar e intercambiar planes para las próximas pruebas.

Empieza la carrera y salgo con Antonio, que tampoco quiere forzar la marcha. Los primeros kilómetros vamos alrededor de 4' 50". El sol se ha abierto hueco entre las nubes, hace calor sin llegar a ser insoportable. El paisaje todo el rato muy bonito, con buenas vistas y rodeado de vegetación. La mayoría de los túneles son con iluminación, pero hay alguno sin ella, y como ese pequeño detalle sin importancia no nos lo han avisado casi nadie lleva frontal ni prendas reflectantes. Así que guiándome por la silueta del de delante y por el sonido del zapateo intento no chocarme con nadie. A veces trato de salir de la fila, pero el firme es irregular, y un par de tropiezos me hacen desistir de esa idea.

A partir del Km. 11 voy en solitario, porque Antonio tiene molestias en los isquios y se para a estirar. Dudo si esperarlo, pero si lo hago quizás él se sobreesfuerce, así que decido seguir. Pasamos por el viaducto, una de las vistas más espectaculares del recorrido. Uno de los corredores se para a hacer fotos, verdaderamente merecía la pena. Me veo muy entero y trato de acelerar un poco para recuperar el tiempo que se pierde en cada túnel oscuro. Durante varios kilómetros mejoro el ritmo, pero desde el 16 noto que mis proletarias piernas demandan un aumento en su sueldo de glucosa, y como me dejé los geles en el macuto no puedo atender a sus demandas, por lo que como medida de presión se ponen ambas en huelga de celo, y acabo los últimos kilómetros un poco atrancado, aunque sin sentir demasiado cansancio.
El tiempo final fue discreto, casi 1 h 45', pero en esta ocasión no era ése el objetivo. Lo que me importaba de verdad era ver cómo me recuperaba, y ya por la tarde me noté mucho mejor de piernas que en las otras medias que había hecho. Lo tomé como una buena señal de que con los entrenamientos adecuados la mejora en el estado de forma se nota no sólo en las marcas obtenidas, sino en las sensaciones al final de la carrera y en la capacidad de recuperación posterior. Así que me sentí bastante optimista para la carrera del domingo en Los Toruños, y mis expectativas se cumplieron plenamente.

Y allí que llegamos (esta vez sí acompañado por Pilar) el domingo, viendo varias camisetas de la carrera del día anterior, así que no fui el único que se atrevió con el doblete (por cierto, el sábado, además de la camiseta, nos dieron un macuto muy apañado, bocadillo, bebidas, platos de embutidos con picos... muy completa la post-carrera). El amigo con el que pude coincidir en esta ocasión fue con
Manu-Caxaira de Rota, con el que pude charlar un buen rato de pruebas pasadas y futuras antes del calentamiento y de la salida.

Cuando arrancamos a correr, al ver que las piernas me respondían bastante bien, comencé a un ritmo similar al del día anterior (alrededor de 4' 50"/Km.) Conforme pasan los minutos me atrevo poco a poco a subir el ritmo (4' 45", 4' 40"...) Pasamos por el puente de madera sobre el río San Pedro, el camino se estrecha y un corredor del club
Olimpo de Cádiz tropieza con una de las tablas, afortunadamente se levanta rápido y no se llega a formar una avalancha. El resto del puente lo hago haciendo
skipping con las rodillas para evitar que me pase lo mismo.

En la segunda mitad de la carrera sigo encontrándome muy entero, así que subo otro poco el ritmo y el chivato del reloj me avisa de que a ratos voy por debajo de 4' 30". A diferencia de en la mayoría de mis carreras, en esta parte adelanto a más corredores de los que me adelantan a mí. Acabo como nunca, esprintando y con un subidón de moral. He hecho la carrera en 41 minutos y medio, por debajo de 4' 40" de media, bastante cerca de mi mejor marca en un 10.000 o similar a pesar del inicio de carrera conservador y de haber hecho la media el día antes. Muy contento por lo tanto de haber disfrutado de estas dos carreras por un entorno tan especial y de las mejoras intangibles comprobadas, las cuales también espero trasladar a los entrenos de final de año para uno de mis grandes retos: mi debut en el Maratón de Sevilla 2012. ¡Ya queda menos para ello!