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jueves, 9 de diciembre de 2010

DOS ENEMIGOS INTIMOS CONDENADOS A ENTENDERSE

Continuamos con el repaso a mi primer año competitivo, y lo hacemos en el orden oficial de los tres deportes triatléticos, así que por lo tanto ahora es el turno de la natación. De las tres disciplinas es en la que me veo más limitado, pero paradójicamente la que más satisfacciones me ha dado por los avances conseguidos y por las sensaciones vividas. Mi relación con ella durante muchos años, ha sido de mutua ignorancia, cual si de otrora España y Portugal se tratase. En mi infancia era muy canijillo (tampoco es que ahora sea precisamente un He-Man), y aprendí a nadar lo justo para no ahogarme, mientras envidiaba cómo mis primos Borja y Ana se hinchaban a ganar medallas nadando cada verano (eso sí, sus buenas palizas entrenando que se daban bajo la estricta supervisión de su abuelo).


Con el paso de los años leo artículos ensalzando los beneficios de la natación para la salud: deporte muy completo, sin carga sobre las articulaciones, sin riesgo de deshidratación, etc. Veo también cómo mi hermano Manolo disfruta compitiendo en pruebas populares de aguas abiertas. Me voy concienciando que merece la pena darle una segunda oportunidad. Empiezo en verano a practicar principalmente en piscinas, a aprender a intercalar la respiración entre las brazadas, y compruebo que tampoco es tan difícil como parecía. Cada año voy aumentando el volumen, consigo ser un fondista solvente, si bien con un ritmo muy discreto. Mis comienzos este año en la competición coinciden además con la extensión de los entrenos a todo el año gracias a las piscinas cubiertas.


El día de mi debut en el Triatlón de Sevilla, me dan un folleto de información sobre el Desafío Doñana. Cuando lo leo y me fijo en las distancias (169 Km. en bici, 1 Km. de natación y 30 Km. de carrera), lo descarto directamente de mi cabeza, veo aún muy lejos el tener capacidad para afrontar una prueba así. Pero al mes siguiente me llega un e-mail informativo en el que explican además la modalidad de relevos (nadando 2,8 Km. en vez de 1), y eso ya me cuadra mucho mejor: tengo dos compañeros de trabajo muy aficionados también al deporte, Pedro como ciclista (también ha sido triatleta) y Diego como corredor. Les propongo la idea y les gusta, así que decidimos afrontar el reto.


Cada uno por separado dedica los tres meses de verano para entrenarse a conciencia. En mi caso particular, me corresponden 2.800 metros en el río Guadalquivir. La distancia no me asusta demasiado, ya he nadado 2.000 metros seguidos en piscina. Lo que más me inquieta es el nadar en aguas abiertas y las posibilidades de corrientes. Además de entrenar para aumentar el volumen, me propongo también mejorar la técnica y la velocidad. Voy consultando en Internet, y veo que con pequeños cambios se obtienen mejoras significativas. Cronometro los parciales, planifico las cargas semanales, hago un seguimiento de la distancia acumulada... Nunca antes me había tomado los entrenamientos tan en serio.


Quedaba por superar la parte subjetiva del reto: las aguas abiertas. Me dedico a entrenar el nadar hasta las boyas ida y vuelta, luego a nadar de una boya a otra... Poco a poco voy cogiendo confianza y aumentando el tiempo, y lo que antes era miedo e inseguridad ahora es libertad y relajación. No sé si los que lo habéis probado habéis sentido algo parecido, pero esa soledad, ese silencio, el vaivén de las olas en tu cuerpo, meciéndote, acompasar las brazadas a ese rítmico subir y bajar...  Sentirte libre y pleno, dueño de ti mismo, a merced del mar pero también capaz de manejarte dentro de él...


Dejo la poesía a un lado y retomo el tema que corresponde, la natación. Noto las mejoras en mi ritmo, aunque tampoco me hagan adelantar mucho en las clasificaciones, en las travesías de Costa Ballena, Rota y Valdelagrana. Estas pruebas me permiten conocer a más buena gente deportista: Carlos e Irina, corredor él y nadadora ella, muy jóvenes (¡qué envidia no haber empezado antes!), desbordando simpatía e ilusión por todos los poros de sus cuerpos. Por cierto, también tienen un blog muy majo.


SUFRIDORAS CONSORTES
Se acerca el día D, o mejor dicho el día DD (doble D por lo del Desafío Doñana, por si alguien no lo ha pillado). Es inevitable: por mucho que se prepare uno siempre a última hora surgen las dudas y las inseguridades: ¿estaré lo suficientemente preparado? ¿Será la corriente un problema?  ¿Hago bien en ir sin neopreno? El día antes llegamos a Sanlúcar para la recogida de dorsales y ver la Expo del Deportista. Esperando a Pedro para que pudiera hacer el check-in de la bici se nos hace tarde para el briefing. El sábado me comen los nervios y la impaciencia esperando mi turno. Me parecen todos los ciclistas iguales, con sus maillots, cascos, gafas de sol... ¡parecen clónicos! Por fin es Pedro el que llega, me pasa el chip para el tobillo, lo llevo puesto un poco flojo, espero que no se lo lleve la corriente. ¡Allá voy!




La suerte nos acompaña a los nadadores no sólo con el sol fuera, sino con una suave brisa del oeste que nos empuja en el primer tramo de ida. Hay bastantes boyas de señalización, no están demasiado lejos entre sí. Hacia el final del primer tramo hay una boya muy escorada hacia la izquierda, desviada del trayecto normal. Los que van delante mía se la saltan, yo voy de legal y la hago. Después de la boya desviada, cuando me dirijo a la siguiente, comienza la confusión: el resto de los nadadores van cada uno para un lado, no hay quien se aclare. No sé si es la última de la ida o la primera de la vuelta. Busco las demás boyas y no se ven. ¿Qué  hacer? Decido tirar por la calle de un medio, y nadar directamente de nuevo hacia Sanlúcar. Espero encontrar las boyas y corregir la trayectoria. No tengo ningún nadador cerca de referencia, sigo adelante sin saber si lo estoy haciendo bien o no. Cuando ya estoy cerca otra vez de Sanlúcar, pregunto a una de las barcas de vigilancia si la boya que acabo por fin de localizar es la correcta para girar y empezar el tercer y último tramo, y me confirman que sí. Me dirijo de nuevo a Doñana, el tiempo se me ha pasado muy rápido y apenas tengo sensación de cansancio.


Por fin llego a la orilla, pero uno de los jueces me dice que tengo que girar sobre la bandera y comenzar el segundo tramo de nado. ¡Los giros de ida y vuelta no eran en las boyas, sino saliendo a la orilla y volviendo al agua! Es algo que no estaba bien explicado ni en el folleto ni en el PDF de la web, al faltar al briefing no lo había escuchado y los de las barcas tampoco lo sabían. No me veo cruzando dos veces más el río, debo de llevar entre 2.500 y 2.600 metros y hacer eso sería llegar a los 4.300 metros, no sé si sería capaz, y además puede ser arriesgado, Diego me está esperando para empezar a correr y no quiero dejarlo sin participar.


Mentalmente considero que he hecho más del 90% del recorrido, y la información no ha sido demasiado clara (enlace al PDF, ved la página 7) Así que le digo al juez que ya era la segunda vez que llegaba a la orilla. Sé que este engaño no es muy correcto y en parte antideportivo, pero estamos en una prueba amateur, no por esto vamos a ganar nada, simplemente la satisfacción de completar cada uno nuestro reto personal, y era injusto que mis compañeros no se sintieran finisher en parte por mi culpa y en parte por la información insuficiente. Quizás alguno critiquéis lo que hice, no os reprocho por ello, pero quería explicar lo que sentí y porqué actué así en ese momento. No tengo sentimiento de culpa, y en la evaluación de la prueba comenté esos errores a la organización para evitar que el año que viene pase algo parecido.


¡ZENKIU BERI MACH!
Como conclusión, Diego completó su recorrido, y los tres nos sentimos muy satisfechos de lo que habíamos logrado. Desde aquí agradecerles públicamente a ambos su colaboración en esta aventura, espero que lo pasaran igual de bien que yo, y desearles que cumplamos con el objetivo que les propuse: en las próximas ediciones seguir haciéndolo por relevos pero rotando para probar todos las tres partes (¡y que ellos no se equivoquen como yo!), y, quién sabe si eso será posible, al cuarto año hacerlo los tres en individual por completo.





Con independencia de que éso ocurra o no (esperemos que sí), seguiremos intentando mejorar en la natación. Es un deporte duro pero gratificante cuando ves tus progresos, y la sensación de liberar la mente y relajar tensiones mientras se practica merece verdaderamente la pena. Lo recomiendo para todo el mundo, para cada uno según su edad, tiempo disponible y condición física. Hay que tener en cuenta que, y no sólo en el triatlón, "el agua es el elemento y principio de las cosas" (Tales de Mileto).

7 comentarios:

Unknown dijo...

me ha encantado la entrada y con buena musica se me ha hecho muy amena la lectura.la verdad es que la natacion es mi asignatura pendiente ,la cogí con muchas ganas al principio avanzando muy rapido y cada vez mas hasta que me fui desinflando y perdiendo interes pero quiero volver a recuperarla y empezar de cero hasta el infinito.te esta quedando muy chulo el blog charlie,un abrazo.

Charlie dijo...

Para Fernando: Muchas gracias, máquina. Como me enrollo tanto escribiendo, qué menos que poner una música relajante para que os toméis con calma la lectura, je, je...

La natación es lo que tiene, es muy completa pero muy dura: te exige resistencia, fuerza, velocidad, técnica... ¡es más completa que un plato del Arguiñano!

Me alegro de que te guste cóm ha quedado el blog, es como los entrenamientos, poco a poco lo voy mejorando.

Un abrazo y hasta la próxima, ojalá que sea pronto (¿en Los Palacios?)

Jaime Contreras dijo...

Nada más ver los objetivos para 2011 me entran agujetas: 100 km. en bici seguidos! 20 km. en menos de 40 minutos! qué pasada.

Charlie dijo...

Para Jaime: Muchas gracias por hacerte seguidor de mi blog. En la vida hay que ponerse objetivos alcanzables pero ambiciosos, e ir subiendo el listón poco a poco. A lo mejor alguno no lo alcanzo este año, pero gracias a ese esfuerzo me quedaré más cerca y ya lo superaré el siguiente año, (o al otro, o al de más allá...)

Un abrazo y hasta pronto.

Charlie dijo...

Para Emilio: Muchas gracias por hacerte seguidor de este blog. Los amigos de mis amigos son mis amigos, así que siendo el ¡pareeeee! del Caletero, aquí tienes a un ¡hijooooo! más ;-)

Un saludo y hasta la próxima.

Selu dijo...

Marooned de Pink Floyd. Ahí le has dado. Hoy he tenido tiempo de sentarme a devolver visitas, y la verdad es que cuando he empezado a escuchar esos acordes.... ¡¡¡de categoría!!!. Te devuelvo los elogios a mi blog, de corazón. Me hago seguidor del tuyo y ánimo con los entrenos.... ¡¡¡Ostras, ahora suena el Going Home del Local Hero!!!, pero parece de un directo, ¿no?. Seguramente también tengas algo del Cal, ¿verdad?. Bueno, lo dicho, a entrenar, que esos objetivos, al menos los de cubrir distancias sin tiempo determinado son pan comido.... Y para terminar los Carros de Vangelis. ¿Tú no me habrás robado la discografía, eh?...jajaja Un saludo.

Charlie dijo...

Para Selu: Muchas gracias por hacerte seguidor de mi blog. La verdad es que para mi entrada "Un Iron Man al día" se me vino la inspiración con el nombre de tu blog: "Triatlon Real:trabajo, mujer, hijos..."

Espero cumplir los objetivos, al ponerlos por escrito a la vista de todo me "mojo" mucho, y me obligo más a esforzarme en cumplirlos.

Me alegro que te guste la música, es eñal de que somos casi de la misma quinta, je,je. Está toda enlazada desde Youtube. No caigo en a qué/quién te refieres con el Cal.

Un saludo y hasta pronto.