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martes, 26 de junio de 2012

NADAR Y (NO) GUARDAR LA ROPA




Por si aún no lo habíais notado, otra de mis aficiones son los refranes, fruto de la sabiduría popular acumulada durante generaciones. El que ha inspirado el título de esta entrada es de sobras conocido y no necesita de mucha explicación: significa que hay que ser prudente y arriesgar lo menos posible. Pues la verdad es que no puedo decir que en el último fin de semana lo haya aplicado, ni en el sentido figurado de la frase ni en el estricto propiamente dicho.





Y es que para empezar el verano con buen pie, volví a atreverme con un doblete, el primero del año. No creo que vaya a hacer tantos como en años anteriores, porque debo dedicarle más tiempo a los entrenos para el Trisur. De las pruebas que haga, le daré prioridad a los acuatlones en Julio (Chiclana y Rota), a los triatlones en Septiembre (Rota y Chiclana) y si cae algún triatlón pirata por el camino, bienvenido sea. Aparte de esto (que no es poco), alguna travesía y/o carrera playera suelta pero sin abusar, y buscando más aquellas en las que aún no he participado (travesías de Puerto Real y Cádiz, carrera por la playa de Valdelagrana...)


 La  primera prueba fue más bien una reunión de amigos, la Noche de San Juan de Rota, organizada magníficamente por los Rábita Ruta, con Matraca a la cabeza como presi y muy bien rodeado de muchos conocidos como BarrosoAníbal, Andrés Mariño, Antonio, Taka, Alberto, Manuel Andrade...  me dejo a muchos en el tintero, pero es que son cada vez más, y cada cual mejor persona. Eché de menos, entre otros, a David-León, supongo que estaría en acto de servicio. Del resto de blogueros asistieron el Abuelo Runner (que se cruzó España entera para acudir, eso es devoción por el deporte), Ricardo (que se tomó la carrera en plan tranquilo tras su reciente machada en el Extreme-Man de Salou) Rafa (su última carrera hasta espero que dentro de muy poco), Diego y Germán (dos fueras de serie a los que tras la salida no les huelo ni de lejos), Antonio del Maratón Jerez (otro que sacrificó la primera parte del España-Francia por acompañar a sus amigos, todo un detallazo) y conocí a Juan Pedro, que vino nada más y nada menos que desde Badajoz, tiene mucho mérito hacer esos esfuerzos. También coincidí de nuevo con Mª Angeles del Correplayas, a la que conocí el año pasado en el Desafío Doñana. Lástima que al parecer no se vaya a volver a organizar, porque a ella le atraía mucho la idea de hacer el sector de carrera, pero bueno, en el Trail Hércules de la semana pasada se habrá desquitado con ganas.


Tras muchos saludos, charlas y bromas, nos vamos al arco de salida. Cuando ésta se produce, todos salen muy fuertes, trato de no acelerarme demasiado y guardar energías para el final, en parte lo conseguí. En el primer kilómetro hay que andar con mucho cuidado por las calles del centro, estrechas y con adoquines, subiendo y bajando las aceras con mil ojos. Ya en el segundo vamos bajando por calles más anchas, donde algunos recortaron por las aceras en las curvas. A mí en cambio, en un giro de casi 180º a la derecha, me toca hacer un puñado de metros de propina rodeando a un más orondo que despistado peatón (y ya es decir) que trata de cruzar por enmedio de los corredores cuando estamos con la quinta marcha metida y sin reductora.

Bordeando el puerto deportivo veo a Rafa corriendo en sentido contrario a la carrera, me extraño un poco y lo saludo. Cuando llegamos al paseo marítimo se agradecen mucho las duchas aspersoras para refrescarse, ayudan y mucho a luchar con el considerable calor que hace. Hasta aquí he ido adelantando a muchos corredores yendo más o menos a 4'15" el kilómetro, a partir de entonces poco a poco las posiciones se van estabilizando y apenas hay cambios. Al final del paseo y en la subida para ir completando la primera vuelta aflojo un poco, rondando entre 4'15" y 4'20" los tres siguientes kilómetros. Aún tengo en el recuerdo lo mal que lo pasé el año pasado en la segunda vuelta con el flato, así que decido no beber agua.


La segunda vuelta comienza de forma bastante más tranquila, sin el apelotonamiento inicial las calles del centro son mucho más cómodas. Cuando llego de nuevo al paseo marítimo bajo otro pequeño peldaño y empiezo a ir por encima de 4'20". Ni siquiera cuando pasado el Km. 7 escucho cantar el gol de España me vengo arriba, sólo en los últimos 500 metros soy capaz de esprintar un poco y entro en meta en 36:18, a una media final de 4'17". Muy contento con el resultado, si hubiera tenido más fuelle en los dos últimos kilómetros hubiera bajado de 36 minutos, ya hubiera sido de sobresaliente. La organización estuvo perfecta, el traslado de la entrega de dorsales y el guardarropa a la plaza ha sido un gran acierto, y se agradece la entrega de un bonito polo cuando ya tenemos una colección excesiva de camisetas.




¿MR PROPPER, DON LIMPIO
O PIER LUIGGI COLLINA?


A la mañana siguiente, con poco tiempo para descansar, a levantarse temprano para afrontar la segunda prueba del fin de semana, el I Acuatlón de San Fernando. Debido a la curiosa costumbre gaditana de que cualquier persona, alimento, objeto o lugar suele tener un nombre oficial y otro popular, resulta que la playa de Camposoto se llama en realidad Playa del Castillo. Ello nos causó a Pilar y a mí un poco de confusión para encontrar el lugar de la prueba, pero al final lo conseguimos, orientados por amables ciudadanos "cañaillas" (el gentilicio oficioso de los isleños).






Una vez localizado el "punto neurálgico" de la prueba (vamos, traducido: "tó el cogollo"), recogí el dorsal y el gorro y saludé a Little, felicitándole por lograr ser todo un Iron Man en Salou. Como buen presi encabezaba la multitudinaria representación del C.D. Chiclanero, el club con diferencia más numeroso, al que sin embargo entre sus filas, por extraño que parezca, no figuraba el infatigable Óscar, que a estas horas a lo mejor aún se estaba reponiendo de la boda de un amigo a la que asistió en Osuna la noche anterior (hay veces que los amigos nos hacen faenas como ésa, qué le vamos a hacer). Tras un breve calentamiento (había que guardar las escasas fuerzas que me quedasen tras la carrera roteña) e informarme del recorrido de la natación (un triángulo similar al de Málaga pero a una única vuelta), me dispuse para tomar la salida.

DE ÉSTAS AÚN NO 
HE PARTICIPADO
EN NINGUNA, 
PERO NUNCA SE SABE...




Como era de esperar, los primeros metros la mayoría de los acuatletas salen en tromba. Trato de no dejarme llevar por la estampida, sé que no es el ritmo que puedo mantener y menos habiendo corrido el día anterior. Logro controlarme e ir a un ritmo exigente pero a mi alcance de algo más de 4 minutos el kilómetro. Cuando llegamos al cono de giro me entretengo en contar cuántos llevo por delante, y calculo que son unos 51. En la vuelta bajo un poco el ritmo, aun así adelanto a tres y sólo soy adelantado por uno.











Al llegar a la T1 protagonizo el momento globero del día: aunque paro un poco a recuperar el fuelle, tengo un despiste monumental del que no me doy cuenta hasta llegar a la orilla: ¡NO ME HE QUITADO LOS CALCETINES! Con las prisas del momento, pienso que nadar con ellos, aparte de ser un estorbo, con el reglamento en la mano es una infracción y no estaría permitido, y ni corto ni perezoso, ¡cojo, me los quito y los dejo tirados en la orilla! Evidentemente, éso también es motivo de descalificación, menos mal que los jueces fueron indulgentes con pardillos como yo y como algún otro que le pasó algo parecido con el dorsal. Luego en frío pensé que me los podría haber guardado en los bolsillos del trimono, pero en ese momento no se me ocurrió.




Para rematar la faena, mientras yo hacía la natación, Pilar le pidió los calcetines a un juez que los había recogido, y como es muy ingeniosa sobre la marcha se inventó el nuevo deporte del verano: el calcetín-cesta. A la fundadora le correspondió el honor de tratar de convertir los dos primeros tiros libres dentro de la cesta donde estaban mi zapatilla y mi dorsal, pero no es tan habilidosa con las manos como con la mente, así que su porcentaje de acierto fue de un modesto 50%, ante lo cual con mucho desparpajo le solicitó a una sorprendida a la par que perpleja jueza que recolocara el calcetín que había colado en la cesta errónea en la correcta. Si para el año que viene alguna chirigota o cuarteto precisa de figurantes para amenizar su función, ya saben dónde pueden localizar a un par de candidatos muy idóneos.





Dejando a un lado las escenas más propias de una película de Los Hermanos Marx o de Berlanga y volviendo al deporte, cuando empiezo a nadar noto como es lógico que al principio me cuesta más llevar una velocidad acorde con mis entrenamientos por el déficit de aire que aún tenía. Ya llegando a la primera boya empiezo a deslizar mejor, y desde la segunda boya a la orilla aprieto todo lo que puedo. Salgo del agua pensando que habré perdido bastantes posiciones, pero luego pude comprobar que tampoco fue para tanto.









Camino de la T2 sigo "dando la nota", parece que el que había estado de juerga la noche anterior era yo: hay una única fila de conos para dirigirnos hacia los boxes, y con las gafas recién quitadas no me aclaro si tengo que ir por la derecha o por la izquierda, así que por un momento parece que estoy sacándome el carnet de conducir motos y voy haciendo eses entre los conos. Y por si el espectáculo no había sido ya suficiente, cuando voy a salir a correr me indica un juez que se me ha olvidado ponerme el dorsal, así que de vuelta a mi cesta para ponérmelo y poder salir.







Empiezo el segundo sector de carrera un poco asfixiado, pero encuentro el ritmo bueno que puedo mantener sin llegar a "petar del todo". En el tramo de ida quedo empatado: hago un adelantamiento y recibo otro. Al llegar a los conos observo que tampoco he perdido tantas posiciones, ¡y éso que no había salido contento del agua! En el último tramo de vuelta, ya con la lengua fuera y pidiendo la hora, adelanto a otro, llegando a meta voy acercándome a tres más pero no tenía fuerzas para esprintar. Entro muy cerca suya, los tengo a tiro de piedra, sin el popurrí de globerías cometidas muy probablemente los habría alcanzado.





Y PARECÍA TONTO, FÍJATE...
Aun con la cantidad de despropósitos cometidos acabo contento también esta prueba: es mi mejor marca en acuatlón, ya que en Sevilla el año pasado me correspondió nadar 400 metros menos por no estar federado, así que las marcas no son comparables. Es también mi mejor clasificación en una prueba combinada, aprovechando que en esta ocasión no había por aquí ningún profesional y faltaban muchos de los máquinas habituales (supongo que la mayoría estarían en Posadas). De todas formas, como no es la primera vez que "la lío parda" en un acuatlón (en Chiclana 2010 si no es por el de la lancha acabo en Sancti Petri, en Sevilla 2011 tuve mi propio muelle de salida particular...) Creo que si hiciéramos un híbrido entre Peret y Georgie Dann tendríamos la próxima canción del verano (cántese con acento rumbero): "No sé que tienen los acuatlones que me vuelven loco..."





Es cuanto menos paradójico que las pruebas rápidas (las de menos de una hora de duración) son en las que mejores resultados obtengo, cuando lo que menos entreno son las series y la velocidad. Me convierto en estos casos en cabeza de ratón (bueno, más bien en patitas delanteras o en ombligo), pero a todos nos motiva crecer aunque por el camino nos llevemos algún que otro traspiés. Así que seguiremos luchando por abandonar la cola del león, sin que eso signifique que no disfrute todas y cada una de las pruebas con independencia del resultado. ¡Carpe Diem!

miércoles, 20 de junio de 2012

TRIREENCUENTRO CONMIGO MISMO EN LA TERCERA TRIFASE AL CUBO



Tres tristes tigres... El perro de San Roque no tiene rabo... Jamás jamé jamón (bueno, alguna vez sí)... Si sigo sin encontrar curro, me podrían contratar como redactor de trabalenguas por los títulos que de vez en cuando se me ocurren, y además lo hago después de las competiciones, con el nivel de glucosa en el cerebro al mínimo, que en esas condiciones digo yo que tendrá más mérito, ¿no os parece?



Pues lo dicho, que después de tocar fondo en el Triatlon de Sevilla, por fin me puse las pilas y empecé a entrenar de forma más regular y correcta, sobre todo buscando mejorar en la bici. Haciendo muchas salidas de 30 kilómetros y una de 40, varias veces a la semana (normalmente dos, en alguna incluso tres), buscando hacerme con el plato grande y averiguar en qué piñón la relación entre velocidad de cadencia y fuerza obtenida es más adecuada para mí. Poco a poco la cosa mejora, pero aún me faltan muchos deberes por hacer para aprobar en Octubre en el Trisur, o bien en Septiembre en Rota o en Chiclana.




Por en medio, algunos entrenamientos de carrera, más bien pocos (uno de ellos fue un reencuentro por partida doble: en Los Toruños en compañía de Diego), un volumen aceptable de natación con series largas,  y un par de entrenos de trail con Javier, el primero en los pinares de Aznalcázar con varios amigos suyos esquivando las carretas que venían de vuelta del Rocío  y con visita al vado del Quema incluida; y el segundo los dos solos por el circuito de la Breña en Barbate, con mucha arena y varias cuestas salpicadas. En ambos mucho calor, alternando carrera con andar, pero con charla muy agradable, superando las tres horas de entrenos y afinando la resistencia de nuevo.



Con ese bagaje me fui la misma mañana del sábado para Málaga, sin prisa por la carretera, que ya las tendría por la tarde en la prueba. Me sentía un poco más en forma, así que el objetivo de mejorar en los tres sectores no era demasiado descabellado. Tras un poco de lío en la entrada con la nueva circunvalación (mi GPS está menos actualizado que mi material deportivo, je, je), y atravesando las obras del metro, conseguí localizar la zona del triatlón en la larga calle del Pacífico, la cual formaría parte luego del estupendo circuito de bici (ya lo elogiaremos más a fondo después). Una vez solventados los trámites de recogida del material identificativo y del check-in, busqué aparcamiento con bastante fortuna, llamé a Óscar y me dirigí de nuevo a boxes para encontrarnos, saludar a Roberto, que no nos veíamos desde Sierra Nevada, y nos fuimos a comer pasta como está mandado: macarrones y pizza, aderezados como no podía ser de otra manera de charla deportiva.


Recogemos luego las últimas cosas del coche, saludamos a los Bikila que estaban aparcados muy cerca del coche de Óscar, y para boxes de nuevo. Nos enteramos de que al final sí estaba permitido el traje de neopreno, aunque no lo he vuelto a usar desde el Triatlón de Cádiz decido que me lo pondré (a la larga fue un error, pero me dejé llevar por la inercia). Las últimas horas antes de la salida estuvo nublado, dándonos falsas esperanzas de no pasar calor. Me coloco como siempre abierto para recibir los menos golpes posibles, y pitando para el agua cuando suena el bocinazo.


El circuito de natación estaba anunciado como cuadrangular, pero al final resultó ser un triángulo al cual darle dos vueltas. En la primera recta hasta la boya me defiendo bien y me protejo de los golpes, ya en la recta paralela a la orilla vuelvo a recibir un "efusivo abrazo" por encima del cuello (es que los triatletas somos muy "cariñosos"...) y algún que otro "achuchón" (eso sí, sin llegar al nivel de "escarceos preliminares"). No voy mal de ritmo, pero como siempre que he usado el neopreno, para alguien como yo que tiene menos flexibilidad en los hombros que los Clicks de Playmobil noto que no consigo aprovechar al máximo la amplitud de la brazada. Entre que llevaba tiempo sin entrenar con él y ser una distancia más larga, creo que me limitó mucho. Volviendo a la orilla me abro un poco más de la cuenta, y éso que siempre estuve vigilando a los nadadores más cercanos, pero si me fijo en alguien más despistado que yo, apañados estamos...


NADO COCHINERO
Cuando hago pie y miro el reloj, llevo sólo 13 minutos, menos de lo esperado (luego me enteré de que el circuito estaba corto), la carrerita hasta la playa, vuelta a las banderas y reentrada al agua me la tomo con tranquilidad para recuperar un poco de fuelle, 1 minutito en el que  podría haber recortado un poco de tiempo, pero bueno... En la segunda vuelta me noto más cargado de hombros, aun así mantengo un ritmo similar y la hago en 14 minutos, mucho más limpia que la primera como es lógico al ir ya más estirados. Doy la carrerita de rigor hasta boxes quitándome el neopreno con bastante soltura, veo que quedan por recoger menos bicis de las que me esperaba, y salgo a luchar en mi sector "favorito".


¡NO PUEDOR!

Empiezo con ganas, intento engancharme a alguno de los que me adelantan, pero van demasiado rápidos para mí. En las primeras vueltas trato de seguir la estela de algún grupo, pero un par de veces elijo un grupo equivocado (con decir que en uno de ellos iba Óscar creo que ya está todo dicho...), y a un trío que me estaba consiguiendo acoplar nos adelantó en ese momento un grupo más rápido que los arrastró con ellos, dejándome con un palmo de narices. En la tercera vuelta empiezo a flojear un poco, me recupero un poco en la cuarta pero vuelvo a dar un pequeño bajón en la quinta (con susto incluido al pasar por encima de un bidón caído con amago de tirón en el gemelo) y otro en la sexta. Aun así hice una media un poco mejor que en Sevilla e incluso que en Rota (30,5 Km/h), y siendo este circuito más largo (algo más de 43 Km, por encima de los 42 anunciados), pero era ideal para hacer una buena marca, y reconozco que no le saqué todo el partido posible.


Sobre el circuito quiero comentar que se ha demostrado que es posible compaginar un recorrido bueno para los triatletas y atractivo para el público con no alterar en exceso el tráfico. Al ser una avenida amplia dejaron las vías de servicio para los coches, y en algunos puntos había policías apostados para permitir el cruce entre un pelotón y otro (o entre ciclistas descolgados como yo). Ídem en los pasos de cebras para los peatones, vigilados en estos casos por voluntarios. Era muy recto, sin apenas glorietas ni curvas, salvo los dos giros técnicos de 180º en cada extremo (donde daba la nota con  mi "técnica depurada" je, je). Un gran acierto tanto de la organización como de la ciudad, ojalá en Sevilla se pudiera hacer algo parecido (¿La Palmera? ¿La Raza? ¿Carlos III?). Esperemos que lo permitan algún año. Por cierto, que se ha hablado mucho sobre "la soledad del corredor de fondo", pero que yo sepa nadie ha escrito acerca de "la soledad del ciclista paquete", y en éso yo ya tengo experiencia para hablar, ¿a que sí?


Cuando me bajo de la bici estoy mucho más entero que en Sevilla, pero de nuevo con amago de flato (comentando posteriormente la jugada, una de las globerías que tengo que pulir es aprender a beber del bidón sin tragar aire). El circuito es a cuatro vueltas por el paseo marítimo, mezclado con peatones y niños con bici. Voy bien de ritmo en la primera vuelta, en los avituallamientos ando al beber para que no empeore la situación. A mitad de la segunda vuelta, por animar a otros corredores el flato empeora, y debo de andar un rato hasta que mejora. Hago la misma tontería en la tercera vuelta con idéntico resultado. En la cuarta, con la boca calladita, aprieto al final para conseguir cruzar la meta en menos de 2 horas 50 minutos.


Me quedo satisfecho a medias con el resultado, notando una cierta mejoría pero sin estar tampoco para tirar cohetes. La natación fue un fallo técnico, la bici ya estoy un poco más cerca de conseguir engancharme a los grupos, y en la carrera lo hice bien dentro de lo que cabe. Ahora lo que toca es seguir entrenando, para las competiciones de verano y sobre todo para el Trisur en Octubre. En cuanto a lo enrevesado del título, aunque no lo parezca tiene su explicación: ha sido mi TERCER TRIatlón del año y el TERCER TRIatlón olímpico que hago, en la TERCERA edición del TRIatlón de Málaga. ¿Qué nota me pondría? Evidentemente un 3,33: progreso (poco) adecuadamente pero necesito (mucho) mejorar. ¡Tiempo al tiempo! Todo llegará.