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domingo, 30 de enero de 2011

CON UNA LIEBRE DE LUJO



Hoy domingo hemos completado mi particular trilogía de Enero de pruebas duras y exigentes. En Écija subimos el listón de distancia máxima recorrida y tiempo consecutivo corriendo, aunque con sensaciones contradictorias por lo que sufrí en los últimos kilómetros. En el Duatlón me estrené en esta modalidad, satisfecho con el hecho de acabarlo e ir mejorando mis ritmos medios, a pesar de lo retrasado que quedé en la clasificación. Y por último, hoy muy contento con el tiempo realizado, pero sobre todo verdaderamente agradecido por la ayuda recibida.



AL LADO DE UN MAESTRO


Y esto es debido a que en esta media maratón de la Isla de la Cartuja (por cierto, muy bien organizada por el Club Atletismo San Pablo) la he realizado de una forma muy distinta a las anteriores: en lugar de ir solo a mi ritmo, o de adaptarme al ritmo de otros corredores desconocidos, he contado con la inestimable compañía de mi compañero de trabajo Diego, el cual fue también mi relevo en la carrera a pie en el Desafío Doñana. Cuenta con mucha más experiencia corriendo que yo, posee una MMP de 1h 26', y hoy seguro que habría podido bajar con facilidad de 1h 35', pero en lugar de ello su propósito ha sido ayudarme a mejorar mi marca, y os puedo asegurar que sin su colaboración el resultado de hoy habría sido bien distinto.



Llegamos Pilar y yo al Parque del Alamillo con suficiente antelación, aunque la mañana estaba fresca, hacía un sol muy agradable. Nada más entrar vemos a Carlos-Últimos Metros. Nos saludamos y charlamos un rato, ¡fallo que no nos hicimos la foto! Vamos hacia el cortijo a dejar el macuto en el guardarropa, allí encontramos a Oscar-Tricaletero que había venido con Sonia, y al salir de cambiarme ya me reúno con  Diego. Un poco de estiramiento, y nos situamos en la salida bien posicionados, de los primeros y un poco retirados de los altavoces, ya que el speaker castiga demasiado los tímpanos con el volumen.


Se da la salida con puntualidad británica. No hay demasiado atasco, y desde el principio marcamos un ritmo vivo, con la idea de coger un poco de tiempo de renta para defenderlo después. El objetivo era ir a 4' 40"/Km. para poder bajar sin problemas de 1h 40'. Hacemos los primeros kilómetros bastante por debajo, ayudados por la genial "Carros de Fuego" sonando a todo volumen en San Jerónimo. ¡Qué gran idea amenizar las carreras con música! Ojalá cunda el ejemplo. Diego va pendiente de mi todo el rato: "no hables tanto", "ponte detrás, a cubierto del aire", "bebe menos agua" Es mejor que siga sus consejos, él sabe bien cómo manejarse en estas carreras.


Volvemos a el Alamillo, allí vuelvo a ver a Pilar, marcamos unos parciales verdaderamente buenos: Km. 8 en 36 minutos, Km. 10 en 45 y medio. Es un tiempo de lujo para mí, pero por desgracia aún no es sostenible. Mis sufridos y castigados muslos necesitan un merecido descanso, comienzan a quejarse y a decirme: "¡Chiquillo, para un poco!, ¿no?" Pego un bajonazo que ríete tú de las estocadas de Curro Romero, paso de un fenomenal 4'30"/Km. a un preocupante 5'/Km. Diego me anima, mira todo el rato hacia atrás, me lleva el agua, no para de repetirme que me pegue a sus pies, pero ni su apoyo, ni el agua ni los geles consiguen que me recupere.





Pasamos por el Km. 16 en 1h 15'. Me empiezo a hacer la idea de que si no me recupero, conseguiré la MMP pero no el tiempo que me había marcado como objetivo. Es el momento de reaccionar, "¡ahora o nunca!", me digo, Diego no se merece que le falle. Al cruzar por la pasarela llega una abradable sorpresa, mis amigos Jaime y Consuelo animándome. Apenas consigo sonreírles y saludarles con la mano, no llego a hablar con ellos, pero son un buen punto de apoyo para comenzar a vaciarse y dar el todo por el todo. En la calle Torneo consigo pegarme a Diego, le digo que tire que yo le sigo, pero él con prudencia me marca un ritmo un poco más vivo que pueda seguir todo el rato hasta la meta.



Cruzamos La Barqueta, empiezo a hacer los kilómetros entre 4' 40" y 4' 55". Mis piernas son una conjunción de dolores variados, no sólo los muslos y las sempiternas rodillas, sino sobre todo el dichoso tendón del pie derecho. Pero esta ocasión no la puedo dejar pasar, hay que apretar, aguantar como sea y conseguirlo. "¡Hay que saber sufrir!" (¡muy buena frase, Diego!) Ya habrá tiempo de descansar y reponerse, ahora sólo hay para apurar las opciones que me quedan. Van cayendo lo últimos kilómetros, recorto los segundos poco a poco, estoy justo en el filo de la navaja, el éxito o el fracaso se va a decidir por muy pocos segundos.




Diego no para de animarme, tira de mí con todas sus ganas, lo doy todo en la llegada al Estadio Olímpico que es agónica, tratando de esprintar con las pocas energías que quedan dentro de mí. La sensación de vaciarse sobre esta pista es muy emocionante, allí donde en 1999 Abel Antón logró el triunfo de ser campeón del mundo de maratón, consigo por los pelos mi pequeña gloria personal: completo la carrera por muy poco por debajo de los cien minutos, 100% de contento, feliz y satisfecho, y 200% de agradecido a Diego. ¡Eres un fenómeno! ¡Muchas gracias de todo corazón!


Recojo el avituallamiento (aceptable, pero todo salado) y la ropa, coincido en el túnel con Oscar, que para variar se ha salido del pellejo y ha vuelto a mejorar su marca, ¡el  muy fuera de serie ha ido por debajo de los 4' el Kilómetro! ¡Qué fiera es! Me presenta a otro crack, Caxaira de Rota. Me despido de Diego que tiene prisa, vuelvo a darle las gracias antes de que se vaya. Nos volvemos a juntar con Pilar y Sonia, y comienza la espera para la entrega de trofeos (larga y confusa, por los que llegan tarde y recogen sus copas a destiempo) y el sorteo (muy embrollado porque se ha ido mucha gente, tienen que sacar nuevos números una y otra vez).


Al salir nos despedimos de Oscar y Sonia, y quedamos con ellos para el día anterior al maratón. El broche de oro fueron unas deliciosas tapas en la Taberna de Torneo con Jaime y Consuelo, luego una visita al Hospital Virgen del Rocío para ver a Carlos Camacho (niño, ya te quiero ver en tu casa, ¿eh?) y mi auto-premio por la buena carrera y por la gran marca: un rico y sabroso chocolate con churros en la cafetería de enfrente del hospital. ¿Se os ocurre una forma mejor de acabar un día tan bueno? Bueno, sí la hay, pero esas cosas no se cuentan en este blog, si se hace es en blogs con otro tipo de temática, je, je. ¡Hasta la próxima...! (...carrera, entrada... ya se verá. Bueno, mejor dicho, se leerá).

martes, 25 de enero de 2011

PARA SER EL PRIMERO, BIEN HECHO ESTÁ


Este domingo he debutado en una de las modalidades que me faltaban por probar, la del duatlón. Ha sido en distancia sprint, y al igual que mi debut en triatlon ha sido "en casa", en Sevilla, en el mismo escenario (Isla de La Cartuja y Parque del Alamillo) y con un circuito hasta coincidente en algunos tramos. La fecha elegida no era muy adecuada, con muchos triatletas dedicados aún a la temporada "runner" con vistas a la maratón de Sevilla y con un clima muy desapacible: nublado, frío, con viento cortante e incluso chispeando a ratos. A pesar de ello, ha habido una participación aceptable, y con un ambiente animado dentro de lo que cabe con un tiempo tan desalentador.


Como siempre que me estreno en una modalidad o distancia, es inevitable tener alguna dudas e inseguridades. En este caso la verdad es que no me preocupa la distancia, puesto que corriendo a pie ya he hecho competiciones bastante más largas y en bici he entrenado también sobre esa distancia e incluso por encima de ella. En este caso, lo que más me inquietaba es que el frío me hiciera sufrir más de la cuenta, que la fina lluvia pudiera causarme alguna caída en las curvas o que mi falta de experiencia para rodar en pelotón me involucrase en una de las temidas "montaneras". Al final hemos escapado bien de todos esos miedos: me abrigué adecuadamente, la lluvia no fue suficiente como para que cuajara en el suelo y al ser mi ritmo en bici más bien discretillo, he ido todo el rato en solitario pero sin problemas.



La salida se retrasó bastante, más o menos 40 minutos, en parte por la lentitud en el reparto de dorsales, chips y camisetas. En las carreras populares, donde la participación suele ser bastante más numerosa, los reparten con mayor rapidez, porque ponen más colas y además las camisetas las dejan para el final. Entrando en boxes para el check-in, veo que a una de las chicas se le cae el sobre de las pegatinas y el dorsal, se lo indico, lo recojo, se lo doy y me da las gracias. Me suena su cara, cuando al día siguiente compruebo su número se confirman mis sospechas: ¡es nada más y nada menos que María Pujol! ¡Casi ná!


Otro fallo de la organización fue la falta de claridad a la hora de organizar la salida. ¿Tan difícil es contar con un megáfono de mano para dar las indicaciones en primera línea? Se notaba que los participantes estábamos deseando empezar ya para entrar en calor, menos mal que estaba bien situado, cerca de la primera línea y arropado por estar en medio de la multitud. Arrancamos con ganas pero con prudencia, no me quería desfondar. Noto otra vez los muslos un poco cargados, al final es a causa del cursillo de natación, no de la bici, pero no me suponen demasiada molestia.

Al acabar la primera vuelta a pie (se supone que 2,5 Km.), miro el reloj y marca poco más de 9 minutos. Esto no me cuadra, significaría ir a poco más de 3' 30" / Km., y ese ritmo está aún muy lejos de mi alcance. Midiendo posteriormente el circuito por Internet, me salen sólo 2,2 Km. El ritmo aún así es muy bueno para mí, a alrededor de 4' 10"/Km. La segunda vuelta también la hago a ese ritmo más o menos, y entro en la T1 con menos de 19 minutos. Entre el recorte y mi buen rendimiento, voy bastante por debajo de lo que había calculado. Aquí se produce la globería de turno: al haber dejado los botines de la bici dentro de una bolsa para que no se me mojaran con la lluvia, me la habían dejado apartada a un lado, y al no encontrarla, mi genio hizo acto de presencia.


Comienzo el sector de bici, a ver qué tal me defiendo. De momento no sufro el frío, entre las mallas que me ha dejado mi compañero Diego (¡muchas gracias, canijo!), la chaquetilla sin mangas, la sudadera y los guantes voy bien protegido. Ya contaba con que me adelantarían bastantes debido a mi escasa velocidad, pero no es tan humillante como en el triatlón el año pasado: es más llevadero al competir en una prueba de más nivel (el año pasado fue en supersprint), y además al ir algo más rápido las pasadas no son tan fulgurantes, sino graduales. Voy satisfecho con mi ritmo, las curvas las hago con prudencia y lo único que se me atraganta un poco es la subida después del túnel en la primera recta larga y el frío viento en contra en la otra gran recta, la de vuelta.

¡BUEN TRABAJO, PACA!

Escucho a los que me adelantan avisar que atrás ha habido una caída grande, me alivio de ir en solitario y librarme de esas contrariedades. Aunque no sea capaz de acoplarme a ninguno de los grupos que me adelantan, como no estoy acostumbrado a circular a rueda de nadie, tampoco lo hecho en falta. El único contratiempo que sufro es una subida de gemelos cuando me falta poco para llegar a la T2. Consigo recuperarme, pero pierdo fácilmente por lo menos un minuto mientras vuelvo a mi velocidad de crucero. Mi tiempo en bici sin contar las transiciones es de 44 minutos, y el velocímetro de la bici marca que la distancia de 20 Km. está "clavada" (medida de forma exacta), y que la velocidad media ha sido de poco más de 27 Km/h. Es una buena referencia como "suelo" para tratar de irla mejorando poco a poco.



La tercera vuelta a pie tuvo poca historia, el agarrotamiento de piernas no me dificultó realizarla al mismo ritmo de 9 minutos. Observo con curiosidad que adelanto a varios al principio que luego se recuperan y me vuelven a adelantar, eso significa que me cuesta menos arrancar cuando bajo de la bici que a otros, es una buena noticia a tener en cuenta para mis futuros duatlones y triatlones. Mi tiempo final, contando con las transiciones,  es de menos de 1h 17'. Aunque es inferior al que había previsto, sigo muy retrasado en la clasificación, pero el nivel de  mis competidores es más alto que los del triatlón del año pasado, y he mejorado bastante mis ritmos sobre una distancia mayor y con un clima muy desfavorable . Mis objetivos principales eran acabar la prueba, no sufrir lesiones ni incidentes graves y marcar unos ritmos decentes. Todos se han cumplido, la sensación es de satisfacción, muy parecida a cuando te salía bien un exámen difícil después de haber estudiado duro.


No quiero acabar sin mencionar que si es verdad que quieren promocionar más el triatlón y sus variantes, con estos precios tan altos (más del doble de lo que cuesta una media maratón) en las pruebas oficiales, sin apenas apoyo público y con tan pocos detalles en las llegadas (si no llega a ser por los de Infisport, hubiera sido la camiseta, agua y gracias), difícilmente se va a conseguir. Encima, la espera para poder recoger las bicis hasta el final de la última prueba. Con el frío que hemos pasado tanto los competidores como los acompañantes, ¿qué les hubiera costado una olla de caldo caliente, por ejemplo? ¿Y unas piezas de fruta o un bocadillo, para recuperar fuerzas? Son pequeños detalles que se agradecen y que a la larga ayudan a crear afición, vuelvo a insistir a que tienen mucho que aprender del ambiente runner.


Bueno, ya no me enrollo más, que estoy volviendo a los malos hábitos. Espero la semana que viene acabar igual de contento la que probablemente será mi última media maratón en bastantes meses, otra vez en La Cartuja: estoy planteándome la posibilidad de mudarme a Nuevo Torneo, con lo que me voy a ahorrar en gasolina me puede compensar y todo. ¡Hasta la próxima!

miércoles, 19 de enero de 2011

EL TRIUNFO ESTA EN LA SUPERACION




Por lo que me habéis transmitido tan amablemente en vuestros comentarios a la entrada anterior, parece que me quedó con un tono algo pesimista. Nada más lejos de la realidad, simplemente quería plasmar que, aunque noto mis avances, soy consciente de que todavía no me veo a mi nivel máximo posible, es decir, que creo que aún  no he llegado a mi techo. Espero tardar mucho en alcanzarlo, siempre será más difícil alcanzar la motivación al ver que no puedes seguir superándote. Precisamente ése es el tema que quiero tratar hoy en profundidad, el de la superación, y espero poder transmitirlo desde un punto de vista más optimista que la semana pasada.









Soy de los que me siento realmente reconfortado cuando me entero de la noticia de que cualquier deportista, con independencia de la modalidad que practique o de la nación a la que pertenezca, bate un record del mundo. Considero que es un triunfo de toda la humanidad el romper nuestros propios límites, y éso no hace más que demostrar que, por muy lejos que podamos llegar, siempre es posible hacerlo un poco más lejos. Recordad el lema olímpico: Citius, Altius, Fortius (más rápido, más alto, más fuerte).






Del mismo modo, me imagino que al igual que muchos de vosotros, siento una satisfacción verdaderamente agradable con los triunfos de los deportistas de mi país, los disfruto en parte como si fueran en parte míos, pues los han obtenido vistiendo nuestros colores, con nuestro escudo en el pecho y bajo nuestra bandera. Por lo tanto, lo hacen representándonos a todos nosotros, así que es lógico que cada uno deba de tomarlos también como suyos.





Pues si cuando esos deportistas triunfan por rebasar unos límites o por derrotar a otros como ellos, nos invade esa alegría, ¿acaso no es lógico que estemos contentos cuando somos nosotros los que dejamos atrás una marca o vemos que hemos vencido a otros competidores? Aún podemos ir más lejos: basta con superarte a ti mismo, éso en sí ya es un verdadero triunfo. Y hay muchas formas de superarse, supongo que las veréis de una forma muy parecida a como lo veo yo.






El mero hecho de ponernos a hacer deporte, en una sociedad como la actual donde lo que prima es la ley del mínimo esfuerzo, el enriquecimiento rápido sin importar el cómo se consiga, la automatización, los mandos a distancia, las compras y gestiones on-line, donde las relaciones personales son cada vez más a través de redes sociales, e-mail, webcams, sms... y menos presenciales... Dentro de toda esta dinámica, ser capaz de demostrar que aún podemos superar esa inercia y luchar por mantenernos en forma ya es un gran logro.





Si ya de por sí tenemos esa primera medalla simplemente al salir a la calle dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos, debemos de pensar que al hacer deporte estamos dando un buen ejemplo a nuestros parientes, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Con un poco de suerte, sea por admiración, envidia o convencimiento, podemos conseguir que alguno de ellos se anime a romper con la rutina sedentaria y se lance también a cuidar su forma física. Cada vez que ganemos a una persona más para la buena causa del deporte, podremos apuntarnos otra victoria en nuestro casillero.







Aparte de las evidentes ventajas de la práctica deportiva para nuestra salud y bienestar físico, hay muchos otros beneficios inherentes de índole psicológica: si dominamos a la pereza,  elevamos nuestra autoestima, nos demostramos que tenemos disciplina y autocontrol, vencemos miedos, inseguridades y complejos... Todos esos éxitos podremos lucirlos también en nuestro palmarés.








Es fácil que esos trofeos que recibimos del ejercicio físico se trasladen luego a nuestra vida cotidiana al relacionarnos con los demás, ya que colabora a reducir el estrés, mejora tu ánimo, facilita la sociabilidad, nos mantiene más activos y con mayor iniciativa... Todo esto redundará tanto en beneficio propio como en el ajeno, así que en este caso el triunfo puntúa doble.





Finalmente, cuando ya a pesar de todos nuestros esfuerzos se produzca el inevitable deterioro que conlleva el paso de los años, si ese declive no nos desanima ni impide que sigamos entrenando y compitiendo con la misma ilusión aunque sea dentro de nuestras posibilidades y limitaciones, habremos obtenido un último triunfo y no por ello menos valioso: el romper con el tópico de que el deporte es sólo para la gente joven, cuando está más que demostrado que produce beneficios a todo el mundo con independencia de su edad. 



Así que no os quedéis sólo con las metas de progresar en vuestras marcas de tiempo o de aumentar las distancias conseguidas, o de acumular un mayor volumen de entrenamiento o de subir más puestos en la clasificación. Sed conscientes de todos los pequeños triunfos que obtenéis cada día que dedicáis a esta nuestra bendita afición, porque la recompensa la estáis recibiendo muchas veces sin daros cuenta.








P.D. 1: Hablando de superaciones, hoy jueves 20 he "superado" la barrera de los 37 tacos. En este caso, el triunfo está en seguir acumulando años, el día en que deje de cumplirlos difícilmente podré seguir manteniendo este blog   ;-)  . Otro logro es seguir haciendo deporte, a pesar de contar cada vez con menos tiempo libre y conseguir que el cuerpo siga resistiendo las palicillas que le damos. De regalo, he recibido de vosotros las primeras 1.000 visitas al blog. Os doy mil veces mil gracias por seguir mis batallitas, si nadie lo leyera no tendría mucho sentido escribirlo y mantenerlo. Ahora a seguir, con los entrenos, competiciones y entradas. ¡Que no decaiga!



P.D. 2: Otra pequeña superación que se me había olvidado comentaros: como muy bien pronosticasteis, hoy en el curso de natación por fin me pasan de nivel. Ahora podré centrarme más en mejorar la técnica en lugar de demostrar con ritmos altos que no estaba donde me correspondía, así lo aprovecharé más y mejor.

lunes, 10 de enero de 2011

TODAVIA QUEDA MUCHO TRABAJO POR HACER




La vida se compone de contrastes: día/noche, frío/calor, bueno/malo, vida/muerte... y también alegría/tristeza y éxito/fracaso. Si tras acabar la media de Los Palacios me las prometía muy felices, la última carrera de 2010 en Otura fue más bien decepcionante, y esta primera carrera de 2011 entre La Luisiana y Écija me ha dejado un sabor un poco agridulce. No debo de olvidar que aún llevo poco tiempo compitiendo, que me queda todo un camino por delante por recorrer, que a cada paso le seguirá otro y no me debo de saltar ninguno.




Todo esto viene a cuento porque estas navidades he "pecado" doblemente, por exceso y por defecto: por exceso en la bici para lo poco que llevaba entrenado (tiradas de 50 y 60 Km.) , y por defecto en carrera al no haber hecho ninguna tirada larga: la máxima fue de 1 h 10'. Y en esta carrera he tenido por ello doble "penitencia": el exceso de bici me ha tenido durante toda la carrera con los muslos cargados, y el defecto de fondo corriendo lo he pagado en los últimos kilómetros.





Llegué con Pilar a Écija con bastante tiempo, para poder dejar allí el coche y coger el autobús hacia La Luisiana. Había quedado con Oscar-Tricaletero y Sonia, a la que por fin conocí en persona, se quedaron Sonia y Pilar juntas en Écija y me fui con Oscar en el bus. Conversación muy agradable girando siempre, cómo no, alrededor de nuestra afición común, el deporte. Nada más coger el dorsal nos encontramos con Carlos-Ultimos Metros, y nos deseamos suerte. En los  nos minutos previos nos cruzamos con Manuel-Papa Campeón, y con Selu-Triatlon Real,  fue un placer conocerlos a ambos en persona. Como podéis ver, muy bien acompañado en la espera, pero ya en el calentamiento notaba que no estaba fino.




La salida tuvo un pequeño retraso de unos diez minutos, pero tampoco era plan de quejarse después de la tregua que nos está dando la lluvia. Hasta el momento estoy siendo en ese aspecto muy afortunado: es la tercera carrera con amenaza de estar pasada por agua en la cual al final me libro (además de ésta, también me pasó en Alcalá y en Los Palacios). Le deseo suerte a Óscar, él irá a su ritmo que es bastante superior al mío. Como veía que hoy no tenía "chispa", y al ser una distancia más larga a la que aún no me había enfrentado (25,6 Km.), tuve claro desde el principio que hoy era un día para marcar un ritmo constante y guardar fuerzas para el final, que buena falta me iban a hacer.





Consigo contenerme en la salida, adelantando sólo a los que iban claramente más lento de lo que yo pretendo. Hacia el Km. 1 me encuentro con un grupo de corredores del club Astigi de Écija. Uno de ellos va con un Garmin, y les noto que llevan un ritmo muy adecuado para mí. Me quedo con ellos y dejo que me marquen el paso. En esos primeros kilómetros voy bastante bien, noto los muslos quejándose pero puedo aguantar sin mucho problema. Vamos a 4' 45" el Km. muy constantes, parecen un reloj suizo. Veo un poco liosa la señalización de los kilómetros, lo marcan de tres formas distintas (dos pintadas y una en vertical) pero no están juntas, sino bastante separadas: ¿cuál es la buena?





Pasamos El Campillo (Km. 4) sin problemas, llegando a Cañada  Rosal (Km. 10) empiezo a flaquear un poco. Ahora no voy al lado de este grupo, sino justo detrás de él. Ya no tengo la facilidad para la recuperación de cuando era más joven, aún estoy pagando el abuso de la bici del domingo pasado, pero aún mantengo mi capacidad de sufrimiento, así que apretando un poco los dientes sigo aguantando su ritmo. Me adelanta Manuel, cruzamos unas palabras y él sigue para adelante. En estos momentos de quien más me acuerdo es de quien pintó el perfil, parecía que era siempre suavemente descendente pero de Cañada hasta Écija es casi todo el rato en leve subida, y eso lo notan mucho mis agarrotados muslos.








A partir del Km. 13/14 sólo consigo seguir al mencionado grupo haciendo "la goma", de vez en cuando se me van unos metros pero apretando un poco luego los vuelvo a alcanzar. Me empeño en aguantar su ritmo un kilómetro más, y luego otro, y después a ver si soporto otro más... Si consigo llegar así hasta la meta, haré más o menos las 2h 5' que me había marcado como objetivo. No voy especialmente cansado, pero la sobrecarga en los muslos es muy dura, es como una metralleta de minipinchazos que se convierten en una quemazón interna y continua. Pero va quedando menos, y sigo soportando el esfuerzo como buenamente puedo.






Llego al Km. 21 en 1h 41', eso significa que, a pesar de las malas sensaciones, hasta este punto he igualado más o menos la marca de Los Palacios, gracias a una mayor regularidad. Es un pequeño triunfo, el cual no saborearé mucho con lo que me vendrá después... Se acaba la cuesta arriba, y comenzamos a ver el bonito conjunto que conforma el casco urbano de Écija visto desde arriba con sus famosos once campanarios. No procede explayarse en su contemplación, porque se avecina un cambio de tercio: ahora toca una cuesta abajo muy pronunciada, y a quienes les toca ahora recibir su dosis de leña es a mis maltrechas rodillas.







Cuando se termina la bajada y nos adentramos en el tramo adoquinado (Km. 23), comienza el calvario final: con los muslos hechos polvo, y el castigo recibido en las rodillas, me descuelgo del grupo, empieza también a dolerme un tendón, el terreno irregular me rompe completamente el ritmo... El último tramo lo hago completamente roto, no estoy desfondado o sin energía, es que la paliza recibida ha hecho mella  en mis piernas y no son capaces de mantener el ritmo que llevaban. Bastante hago con no pararme o ponerme a andar. Me arrastro como puedo a un ritmo flojísimo, soy adelantado por muchos corredores, me alcanza Selu que me anima, pero no doy más de mí.





Por fin llego a meta  como buenamente puedo, ya han pasado las 2h y 7', al menos la velocidad media ha sido por debajo de los 5' / Km. Viendo la clasificación, compruebo que en  menos de 3 Km. he perdido más de 2 minutos con el grupo al que he seguido casi todo el rato. Estoy más machacado que nunca, y un poco frustrado por el bajón de los últimos kilómetros, pero debo de ser capaz de ver también las cosas buenas: he sabido cumplir con mi idea inicial de se más constante con mi ritmo, hemos subido el listón en cuanto a distancia total se refiere, y superado la barrera psicológica de estar más de 2 horas corriendo sin parar. Son logros que darán sus frutos más adelante, que me van a ayudar a consolidarme como un corredor de fondo más regular y metódico, en vez de correr tan a lo loco.





Siento un poco de envidia cuando veo la copa que tiene Sonia, pero pienso que Óscar sí se la ha merecido. La sorpresa vino luego, cuando al recoger la bolsa y la camiseta compruebo que hay copa para todos: es una bonita forma de hacernos ver que todos somos campeones al habernos superado a nosotros mismos haciendo esta dura prueba. Como siempre digo tanto lo bueno como lo malo, he de comentar que la recogida de la bolsa con la ropa y la bolsa del corredor fue un poco caótica, al mezclarse las dos colas. También es muy común en todas las carreras, no sólo en ésta, que se acaben las camisetas de talla M y haya que recogerlas más grandes. Tienen que darse cuenta que los que corremos distancias largas solemos quedarnos en los huesos, y tendemos más a tallas pequeñas que a grandes.




Otro fallo que ya han comentado es que se acabó la cerveza muy pronto, fuimos muchos los que nos quedamos sin ese "trofeo" que tan bien sabe después del gran esfuerzo realizado. Tras charlar y hacerme fotos con Selu, Óscar, Sonia y Pilar, nos fuimos para el coche con unos pasos más cortos que los de Chiquito de la Calzada, mis piernas eran para lo único que daban. Justo en ese momento la lluvia finalizó su tregua, menos mal que teníamos el paraguas a mano. Espero recuperarme bien para los próximos entrenos y pruebas, habrá que ajustar los volúmenes para salir de este desfondamiento y aprender también de los errores.


miércoles, 5 de enero de 2011

PARA DAR UN BUEN SALTO HAY QUE TOMAR IMPULSO



Hoy he comenzado el curso de mejora técnica de natación. El curso tendrá lugar todos lo martes y jueves durante los meses de Enero y Febrero, excepto mañana 6 por ser el día de Reyes. La piscina donde se realiza es grande, de tamaño olímpica pero aprovechada a lo ancho para tener hasta 13 calles (¡lagarto, lagarto!). El grupo de alumnos es muy variopinto y heterogéneo: 2 adolescentes, 4 más o menos como yo, 4 adultos y 2 cercanos ya a la tercera edad.








Cuando ha tocado hacer la prueba de nivel, no la he hecho tan bien como esperaba debido a que tengo el hombro derecho un poco fastidiado por abusar de la bici los últimos días. Me han asignado en la segunda calle, la del nivel de iniciación-2, demasiado poco después de todo lo que he nadado los últimos años, sobre todo el pasado verano. Espero en los próximos días poder demostrar que donde me corresponde estar es una o dos calles más a la derecha.








 


Ha sido un poco humillante tener que usar hasta el tubo de plástico en forma de U que suelen ser más bien para los niños pequeños. Pero debo cambiar el chip, y pensar que si nos ponen ese tipo de ejercicios es por nuestro bien para que mejoremos nuestro equilibrio, no para reirse de nosotros. Lo que sí me ha reconfortado es realizar los ejercicios más rápido que el compañero de la calle de al lado, es un buen síntoma de que tan mal no lo hago.




La reflexión a la que he llegado para aprovechar al máximo este curso ya la plasmo en el título de esta entrada: si cuando queremos saltar por encima de un charco damos unos pasos hacia detrás para poder hacerlo con más fuerza, si quiero progresar y mejorar mi técnica y así nadar más rápido y de forma más eficiente tengo que retroceder y reelaborar mis movimientos, aprendiendo bien lo que no hice cuando debía, de pequeño. Espero notar los resultados con el tiempo: nunca es tarde para aprender, hay que estar dispuesto a descubrir cosas nuevas hasta el final de nuestras vidas.

domingo, 2 de enero de 2011

PINTORESCA Y PECULIAR DONDE LAS HAYA



Pues Feliz Año Nuevo a todos, espero que la Nochevieja no haya causado más estragos de la cuenta ni en la báscula ni en vuestro hígado, y como lo prometido es deuda, paso a comentaros la carrera de Otura del 29 de Diciembre, mi peculiar "San Silvestre" de este año recién finalizado. Si la última carrera del año en Sevilla, la media maratón de Los Palacios, me dejó muy buen sabor de boca, lamento no poder decir lo mismo de mi debut en la provincia de Granada, no sólo por mi rendimiento, sino también por cómo se desarrolló tanto la carrera como todo lo que la rodeaba.





Antes que nada, aclarar que esta carrera no era una prueba oficial organizada por el Ayuntamiento del pueblo, sino por un par de personas a título individual, con toda su buena voluntad. Ellos mismos se buscan a sus patrocinadores y se encargan de todo, el Ayuntamiento simplemente les presta las instalaciones y les facilita los servicios de Protección Civil y de la Policía. El cartel con la publicidad de la prueba lo vi colgado en el escaparate de una tienda de deportes de Granada dos días antes, no venían ni las distancias, ni las categorías... Al ser una carrera de Navidad, todo es más desenfadado e informal.




Como suele ser costumbre, llego al lugar de la cita con bastante tiempo, más o menos media hora antes. Esta pequeña localidad se encuentra a sólo 12 Km. de Granada, y aunque ha crecido bastante a base de urbanizaciones, mantiene su casco histórico con "sabor a pueblo". El lugar señalado para la recogida de dorsales y comienzo de la prueba era la plaza de España, en la cual se encuentran tanto la iglesia principal como el Ayuntamiento. La primera nota singular a señalar es que para las actividades de Navidad montan una carpa que ocupa toda la plaza, abarcando en su interior la fuente, los naranjos, el típico banco para sentarse...




Una vez que estoy allí, veo que han repartido muy pocos dorsales, y que apenas hay gente con pinta de corredores "serios". Muchos niños pequeños y chavales, eso sí. Cuando veo la lista de premios y categorías, ingenuo de mí, empiezo a albergar vanas esperanzas de ganar por primera vez algo en una carrera. Mis ilusiones se me esfumaron cuando llegaron en tropel los miembros del Club Deportivo La Zubia, donde sí se notaba que había gente más preparada.




Llega la hora prevista, las 19:00, y la carrera no comienza. Sigue llegando gente a apuntarse y recoger el dorsal. Las 19.15, 19:30... El calentamiento ya lo tenía en la punta de los pies, y aún hay gente llegando y apuntándose. Para hacer menos larga la espera, me busco con Pilar algún sitio donde comprar algo de merienda. En un estanco, ella se compra un paquete de esos con más colorantes y olores raros que alimento en sí, y yo a modo de barrita energética me agencio y me zampo un Gitanito talla XXL (muy apropiado para antes de correr, ¿a que sí?)




Hasta pasadas las siete y media de la tarde no da comienzo la carrera benjamin (unos 400 m.) Cuando acaba, otro parón, pasando frío aun con el chandal puesto. Empieza la carrera de infantil y cadete, dos vueltas a un circuito urbano de unos 1.100 metros. Decido dar la primera vuelta detrás de ellos a ritmo tranquilo para volver a entrar en calor. Un simpático perrito me anima a correr más rápido si no quiero que mis pantorrillas formen parte de su merienda. En una de las calles principales, tengo que frenar para que un coche y una furgoneta no me conviertan en filete ruso. ¿Qué hubiera pasado si atropellan a uno de los niños que estaba corriendo?



Cuando por fin dan nuestra salida, aproximadamente a  las ocho y cuarto de la tarde, sólo consigo aguantar en el pelotón de cabeza casi la primera vuelta completa de las cuatro que teníamos que dar. Es una prueba demasiado rápida para las distancias a las que estoy acostumbrado, y además noto la sobrecarga de los días de entrenamiento que llevo encima. Me descuelgo y doy las restantes vueltas con la única compañía de mi viejo amigo el flato, a quien por mucho que trato de ignorarlo el nunca se olvida de mí. Llego a la meta de los últimos, adios a mis sueños de mi primer trofeo.


Tras aguantar la larga entrega de premios (copados en su mayoría por los miembros del club de La Zubia), se procede al sorteo de regalos. Como todo es en plan compadreo, en lugar de sacar papeles de una bolsa los números se deciden "a boleo", pidiéndole a los niños pequeños asistentes que elijan al azar un número de dorsal entre el  80 y el 130. ¡El mío es el 79! Todos los que los habíamos recogido el dorsal en la tienda de deportes teníamos números más bajos, y no teníamos opción de recibir nada. Aunque se lo comentamos, no nos hacen caso. Lo único que conseguí fue lo que, en vez de sortearse, se despachó lanzándose al público directamente: ¡UN CEPILLO DE DIENTES! Sí, señoras y señores, sí. Ni una camiseta, ni una gorra, ni unas calzonas, ni ningún juguete ni lote de alimentos. Ése fue el regalo que me llevé. Y la carrera fue el 29, no el 28, así que no se trataba de ninguna inocentada.




De vuelta a casa (cerca de las diez de la noche), decidí tomármelo a risa, porque al menos el detalle del cepillo le dio un toque cómico al asunto. Creo que tras esta surrealista crónica no hace falta que os diga que me quedaron pocas ganas de repetir para el año que viene, y eso que con los escasos participantes que hay es una oportunidad muy accesible de lograr ganar algo. Lo que sí tengo claro si vuelvo es que, aparte de entrenar la velocidad y de tratar de llegar más fresco, no me preocuparé mucho de ser puntual, y por supuesto el dorsal lo recogería allí mismo, para no sentirme discriminado en el sorteo.




Bueno, esperemos que las carreras de 2011 me vayan mejor, y que mis futuras participaciones en otras carreras en Granada me dejen mejor recuerdo que ésta. No siempre puede salir todo bien, y hay que tener claro que este tipo de carreras más locales y de andar por casa tienen otro estilo y otro funcionamiento al que también habrá que acostumbrarse si se quiere participar en ellas. Después de todo, en la variedad está el gusto, ¿no?